Acaban de hacerse públicos dos grandes ensayos con inhibidores de la DPP-4. Presentados en la reunión de la Sociedad Europea de Cardiología en Amsterdam y publicado simultáneamente en The New England Journal of Medicine la buena noticia es que las dos moléculas (saxagliptina y alogliptina) parecen seguras .
Ambos ensayos no mostraron datos que evidenciaran eventos cardiovasculares adversos como algunos habían temido. La mala noticia es que ninguno de los fármacos parece mejorar los resultados cardiovasculares, aunque la enfermedad cardiovascular es la causa de muerte en la mayoría de las personas con diabetes.
William Hiatt, Sanjay Kaul y Robert Smith, miembros de los comités asesores de la FDA que debaten el destino de la rosiglitazona comentan que la publicación de estos trabajos permite decir que son fármacos seguros, que no provocan daño cardiovascular. Pero afirman también hasta que punto es decepcionante que ni el control intensivo de la glucemia ni el uso de medicamentos específicos para la diabetes se asocian con beneficio cardiovascular alguno. Así, la evidencia no apoyaría el uso de la hemoglobina glicoxilada como un sustituto válido para evaluar tanto los riesgos cardiovasculares como los beneficios cardiovasculares de los tratamientos farmacológicos de la diabetes.
Estos autores siguieren que la FDA podría reconsiderar su requisito de que todos los medicamentos para la diabetes se vieran obligados a demostrar su seguridad cardiovascular. El enfoque óptimo para la reducción del riesgo cardiovascular en la diabetes debería pues centrarse en el manejo agresivo de los factores de riesgo cardiovascular convencionales y no en el control intensivo de la glucemia.
Hola Luis,
Estamos de acuerdo entonces!. Si ya es difícil a veces leer la ironía, en este caso se hace mucho más difícil porque de hecho, la postura «oficial» es que los resultados de estos estudios son una «buena noticia». En el fondo la justificación de estos ensayos es que la FDA exige ahora (después de todo lo ocurrido con rosiglitazona) estudio pre o postcomercialización sobre seguridad cardiovascular. De hecho ambos ensayos están diseñados de un modo bifásico: en primer lugar se realiza un análisis de no inferioridad y sólo si este es positivo se continúa con el análisis de superioridad. A mí me resulta llamativo que cuando el gran objetivo del tratamiento hipoglucemiante en DM2 debería ser la reducción de la morbimortalidad cardiovascular, a los que aspiremos sea a comercializar (prescribir y tomar…) fármacos que no aumentan ese riesgo, pero en ningún hayan demostrado reducirlo…y todo ello a un módico precio para una enfermedad con una prevalencia del 14% en la población adulta española…
Saludos!
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Creo que quizás podríamos hacer un ejercicio de recontextualización de la situación. ¿Es realmente una buena noticia que los inh de DPP-IV no aumenten el riesgo cardiovascular? El tratamiento hipoglucemiante en DM2 parece tener fundamentalmente los objetivos de reducir el riesgo de complicaciones agudas y los síntomas secundarios a la hiperglucemia mantenida y reducir las complicaciones microvasculares a largo plazo. Sin embargo, la principal causa de morbi-mortalidad siguen siendo las complicaciones macrovasculares. Que una una nueva familia de fármacos para esta patología, cuyo coste (asumido colectivamente) es desproporcionadamente mayor que el de sus predecesores sólo aspire a no aumentar el riesgo cardiovascular…¿no es pedirles demasiado poco? La reducción de la HbA1c en estos dos estudios por parte de saxagliptina y alogliptina comparada con placebo no es superior al -0.2/0.4%, ¿cuál será por cierto la NNT para la reducción de cualquier complicación microvascular con esta eficacia para estos fármacos?
¿Una buena noticia?
Saludos.
Jesús Blanco
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Querido Jesus: En primer lugar gracias por tu comentario.
La cabecera del post intentaba ser irónica. Claro que no es suficiente, lo realmente duro es que no obtienen beneficio cardiovascular alguno.
De hecho volvemos a encontrarnos con un resultado intermedio como es la hemoglobina glicada que NO nos sirve para medir el efecto protector ante complicaciones cardiovasculares de los antidiabéticos.
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