Una de los mayores atractivos que tiene la medicina de familia es el hecho de tratar personas. Ahora cuando muchos blogs se plantean cuáles son las razones por la que los residentes no eligen esta especialidad (recomiendo leer ATensión Primaria) yo pondría por encima de todas el desconocimiento. La diferencia de ser «especialista» en personas en lugar de serlo de enfermedades es para mí el principal motor de mi trabajo.
Y como digo muchas veces la realidad es tozuda. Y cuando se estudia la cardiopatía isquémica de forma intensiva al final aparecen «también» los enfermos. El trabajo publicado en Arch Intern Med en abril recoge la experiencia de detectar y tratar de forma «reforzada» a un grupo de pacientes depresivos con cardiopatía isquémica. El estudio tiene notables limitaciones. Se trata de un estudio sobre 237 pacientes, 157 depresivos de los cuales 80 (seleccionados tras rabdomización) recibieron un tratamiento escalonado específico y el resto (77) fueron tratados y seguidos según lo habitual.
Las conclusiones del trabajo inicialmente no pueden sorprender a nadie: los paciente del grupo de intervención (6 meses) mostraron una mayor satisfacción y una mejora de su cuadro entendida como reducción de su clínica depresiva. Por lo que destaco el trabajo es por la último párrafo de su conclusión: se obtuvo una «prometedora mejora en el pronóstico».
Los resultados en los que se basan para afirmar esto son los porcentajes de pacientes que sufrieron eventos cardiovasculares: 4% en el grupo de intervención y 13% en los pacientes depresivos que recibían los cuidados habituales (p=0.047). De hecho el porcentaje de eventos en pacientes no depresivos también fue superior (6%) diferencia sin significación estadística en esta ocasión.
Por eso, cuando entra en nuestra consulta un paciente que acaba de ser dado de alta no entra sólo un pico de CPK con un trazado eléctrico, con una etiqueta en la frente con un nivel de LDL del cual no debe pasar. También es una persona cuya biografía acaba de ser golpeada por un evento no previsto, un infarto. Su ánimo es vulnerable y si somos sensibles para detectar y tratar precozmente un posible trastorno del ánimo tendrá no sólo una mejor calidad de vida, quizás también seamos capaces de añadir algún tiempo a la la misma.
Gracias… y felicitaciones por tan buena reflexión, criterio y sentido común.
(Un enfermo de Cardiopatía Isquémica Crónica)
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Gracias por un comentario tan agradable…
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Una vez más, la atención (bio)psicosocial entra en juego. Siempre entra en juego… otra cosa es que se le preste atención. Ya los más viejos del lugar decían que «la palabra también cura» (o ayuda a curar) y que la consulta es un acto diagnóstico y terapéutico con el que hay que contar.
Saludos de un nuevo R1 de Familia.
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Bienvenido a la mejor profesión del mundo…
Un saludo desde Mérida
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Muchas gracias por la recomendación; simplemente no me puedo creer (a lo mejor es «amor de madre») que un especialidad con el perfil de la nuestra -médicos de personas- tenga menos tirón que otras con un perfil mucho menos interesante. Me parece que es culpa nuestra por no ponernos serios y de las autoridades (particularmente algunas) que creen con la resonancia y el láser.
Un saludo
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